Asha Ibrahim Duhuhulow, somalí, fue asesinada mediante lapidación el pasado lunes en el puerto de Kismayu en Somalia, tenía 14 años.
Parece ser, según publican diversos medios de comunicación, que la lapidación de Asha, una crueldad en sí misma, pretendía, además, ocultar que previamente fue violada.
La acusación de adulterio pende como una injusta amenaza sobre muchas mujeres en países que no respetan el más elemental derecho a la vida y la libertad de las personas.
Según la agencia REUTERS, citando testigos de este cruel asesinato, los guardias abrieron fuego cuando un pariente intentó frenar el asesinato, ocasionando la muerte de un niño.
“Nos han dicho que la mujer se ofreció para ser castigada, pero pudimos ver cómo gritaba y sus brazos y piernas eran atados contra su voluntad”, aseguró un residente de Kismayu. “La lapidación ha sido ilógica y antirreligiosa”, señaló la hermana de la fallecida. “El Islam no ejecuta a una mujer a menos que cuatro testigos y el hombre con quién cometió el adulterio lo reconozcan públicamente”, agregó.
Los líderes islamistas aseguraron que la mujer quebrantó la ley islámica y prometieron castigar al guardia que disparó contra el grupo que rodeaba la lapidación, publica el diario EL PAÍS.
La lapidación contra las mujeres es una práctica cruel y asesina que inexplicablemente se practica en pleno siglo XXI. Una atrocidad que deja sin palabras a cualquiera.
Parece ser, según publican diversos medios de comunicación, que la lapidación de Asha, una crueldad en sí misma, pretendía, además, ocultar que previamente fue violada.
La acusación de adulterio pende como una injusta amenaza sobre muchas mujeres en países que no respetan el más elemental derecho a la vida y la libertad de las personas.
Según la agencia REUTERS, citando testigos de este cruel asesinato, los guardias abrieron fuego cuando un pariente intentó frenar el asesinato, ocasionando la muerte de un niño.
“Nos han dicho que la mujer se ofreció para ser castigada, pero pudimos ver cómo gritaba y sus brazos y piernas eran atados contra su voluntad”, aseguró un residente de Kismayu. “La lapidación ha sido ilógica y antirreligiosa”, señaló la hermana de la fallecida. “El Islam no ejecuta a una mujer a menos que cuatro testigos y el hombre con quién cometió el adulterio lo reconozcan públicamente”, agregó.
Los líderes islamistas aseguraron que la mujer quebrantó la ley islámica y prometieron castigar al guardia que disparó contra el grupo que rodeaba la lapidación, publica el diario EL PAÍS.
La lapidación contra las mujeres es una práctica cruel y asesina que inexplicablemente se practica en pleno siglo XXI. Una atrocidad que deja sin palabras a cualquiera.
2 comentarios:
Asha tenía 13 años, no 23, era solo una niña.
Gracias Ana por tu precisión. Acabo de comprobarlo, y efectivamente, según la prensa, tenía 14 años. Así lo he puesto en el título de le entrada.
Un saludo, Félix
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